En los conflictos armados de los últimos
años, los niños no solamente se han convertido en víctimas
inocentes sino también en un objetivo deliberado de los ataques.
El próspero comercio internacional de las armas de pequeño
calibre y ligeras ha contribuido a la proliferación de estos instrumentos
de destrucción, que alimentan las guerras, facilitan la explotación
de los niños como soldados y amenazan las vidas de los niños
todos los días en las zonas de guerra.