Cuando se inventaron en los años 70, las firmas digitales hicieron una promesa
maravillosa: serían mejores que una firma escrita a mano (no se podrían falsificar ni copiar) en un documento. Hoy son
componentes fundamentales de los negocios en el ciberespacio. Y numerosas leyes, estatales y ahora federales, han
introducido las firmas digitales en la legislación.
Estas leyes son un error. Las firmas digitales no son firmas, y no pueden cumplir sus promesas. Para entender el por qué hace
falta entender cómo trabajan.
Kriptopolis:
Artículo completo de Bruce Schneier, traducido por José Luis Martín Mas
Crypto-Gram:
Full Story by Bruce Schneier